Por Paco Huamán/. Aún recuerdo cuando, hace unos años, le decía a algunos amigos que Perú Libre era baba pura. De izquierda no tienen nada. Solo un discurso seudomarxista (caudillista la verdad) que no se condice con su actuar político. Para mí, son una banda de pillos sin norte y que hoy, como gobierno dizque radical, están más asediados que Toledo, más traicioneros que Ollanta y más demagogos que Alan García. En resumen, están tirando por el suelo la superioridad moral que tenía la izquierda.
El problema central de Castillo es que pretende durar en el gobierno y no trascender como gobierno. De allí que ceda ante todo y ante todos. Si mañana el fujimorismo le planteara un pacto de no agresión, lo más seguro es que gustoso lo aceptaría. Su inexperiencia le lleva ser pragmático frente a políticos que son casi unos sicarios. Y lo peor, es que su círculo de confianza se reduce a simples amigos, que no dudarán en darle el beso de Judas a la hora de los gallos.
Es un presidente solitario que, a pesar de estar sitiado por todos sus flancos, aún goza de cierto respaldo. Este apoyo viene de dos espacios. El primero es el sector menos político de sus electores que ven en él al provinciano que lucha por salir adelante en medio de un Perú que no quiere a sus provincias. Es natural ese respaldo y durará un tiempo más. El otro sector que lo respalda es el arribismo criollo que buscar del gobierno de Castillo una escalera al éxito personal. Esos son los más peligrosos y los hay de todos los tintes: desde el exaprista y exfujimorista Salaverri hasta la autodenominada «izquierda verdadera» que no tiene nada ni de verdadera ni de izquierda.
Castillo está solo y eso es lo real y Perú Libre nunca será el partido que le ayude a gobernar. Un sectarismo ramplón alejó rápidamente a potenciales aliados y un chantaje continuo le ha desgastado. Sin embargo, es muy probable que a pesar de todo Castillo sobreviva. La derecha moderada (morados, Somos Perú y otros) quieren verlo fracasar. Saben bien que su caída se llevará a la izquierda por delante y necesitan ampliar su espectro de centro con este fracaso. Y por eso Castillo no debe ser vacado. A estas alturas, la única salida es que se vayan todos: congreso y ejecutivo. Y que se den nuevas elecciones para salir frente a la crisis. Insistir