Escribe: Roberto Celis Santa Cruz.- ERNST CASSIRER, fue un filósofo que trataba de explicar la naturaleza o esencia humana, respondiendo a la pregunta: ¿Qué es el hombre?, plantea su teoría llamada: “EL HOMBRE, UN ANIMAL SIMBÓLICO”, como sustento de ella afirma que el ser humano no se conecta al mundo que lo rodea en forma directa, sino que lo hace a través de “Símbolos” que él crea, los que actúan con códigos a los que se tiene que interpretar como por ejemplo el lenguaje, el arte, la ciencia, la religión, la comunicación, etc, el mundo no es más que un sistema de signos que nos comunican y nos hacen llegar un mensaje.
A lo largo de historia, se ha contado con dos clases de medios que no son más que símbolos ordenados y sistematizados, para comunicarse y hacer llegar mensajes de aprobación o desaprobación, contento o descontento, dirigidos a gobernantes, autoridades, funcionarios y personajes que tienen que ver en el gobierno y conducción de los sectores sociales, estas dos formas están representadas por los llamados medios formales, radio, televisión, periódico, revistas, etc., a los que tienen acceso cierto sector poblacional, especialmente autoridades y funcionarios, los mismos que cuentan con un cierto grado de conocimiento y cultura; por otro lado los llamados: “Medios Informales” utilizados por las amplias mayorías populares a las cuales muchas veces se les niega el acceso a los medios formales, por múltiples razones, especialmente políticas, económicas o culturales, quedándoles como única alternativa a estos sectores marginados el uso de: Pintas en muros y paredes, pasquines, volantes, representaciones iconográficas –muñecos e imágenes- además de coplas y canciones populares.
Con ocasión del advenimiento del año nuevo, en la mayoría de pueblos y regiones del país existe la costumbre de la quema de muñecos, en la víspera del nuevo año, fecha en la cual se someten a las “Llamas purificadoras” la efigie de líderes, autoridades, políticos y personajes públicos y privados a los cuales el inapelable veredicto popular los ha sentenciado como muestra inefable de su malestar y descontento.
En realidad esta es una práctica antiquísima utilizada por el pueblo en muchas regiones del mundo, la misma que ha sido motivo de confrontaciones, demandas y hasta guerras como sucedía por ejemplo con la “quema de banderas” y otros símbolos nacionales, lo cual es considerado como una gran afrenta, sin embargo, esta práctica no siempre ha sido tomada en forma totalmente negativa.
En la antigüedad, algunas culturas y pueblos permitían en una fecha determinada que el pueblo exprese su sentir y labor evaluativo de los diferentes funcionarios mediante la represtación, quema, ahorcamiento o entierro de los personajes que los representaban, esta actitud servía para que los monarcas y dirigentes de mayor jerarquía tomen exacta conciencia del accionar de sus colaboradores y autoridades de rango inferior para tomar los correctivos necesarios, reconvenirlos severamente, separándolos del cargo, e inclusive condenándolos a la pena de cárcel o muerte.
En la actualidad esta forma de protesta popular es muy común en las fiestas de inicio de año en las provincias de nuestra subregión y el país. Hecho que muchas veces causa malestar o incomodidad en nuestros funcionarios quienes toman este examen popular como una falta de respeto y como un acto denigratorio, achacados casi siempre a sus enemigos políticos, y que nada tiene que ver según ellos con su desempeño moral o funcional.
Creemos que las autoridades antes de incomodarse y “malograrse el hígado” debían tomar en serio este juicio del pueblo y tomar esta actitud como un verdadero “Termómetro Social”, que les permita tomar conciencia que la relación con sus subordinados no es la mejor, y por lo tanto su labor no responde a sus intereses inmediatamente enderezan su accionar interpretando las verdaderas aspiraciones del pueblo, solucionar sus demandas, buscar el bienestar social y reconquistar su respaldo.
Los psicoanalistas toman en cuenta la construcción misma de los muñecos que son confeccionados en base a toda clase de “prendas viejas” y en desuso, lo que implícitamente estaría representado a todo lo negativo y defectuoso en lo moral y administrativo que representan los gobernantes y que las mayorías repudian, por lo tanto deben desaparecer en la hoguera crematoria y reivindicativa del sentimiento popular.
Sin la menor duda que la “quema de muñecos” debe ser tomada seriamente como una especie de parámetro y medida significativa que sirva como un verdadero “campanazo” de alerta que indique al sector dirigencial que “algo anda mal” en su gestión y que es un llamamiento a una pronta corrección. Evidentemente que este procedimiento es otra “Estrategia del Sabio enjuiciamiento popular”.