11 octubre, 2017 »

Perú espera devorar el «platillo del triunfo» ante Nueva Zelanda En 36 años ha coleccionado amarguras e indigestiones.

Decía Michel Platini que un equipo de fútbol representa una cultura, una manera de ser. Así como su gastronomía, Perú no tiene individualidades sino ingredientes humildes que, juntos, resultan platos deliciosos. Sin estrellas, el DT Ricardo Gareca armó un equipo que todavía sueña con Rusia-2018.

Tras anotarse para el repechaje, deberá primero batir a Nueva Zelanda en duelos de ida y vuelta en la primera quincena de noviembre, y romper un ayuno de 36 años: invitados al Mundial de 1930, llegó por méritos propios a México 1970, Argentina 1978 y España 1982. Luego sólo coleccionó amarguras e indigestiones.

Con el empate 1-1 en casa ante Colombia, eso sí, no ha logrado quebrar la maldición: Perú no le gana en su templo a la escuadra cafetera desde 1981, precisamente desde la última vez que fue a una Copa del Mundo.

Hoy Perú espera devorar el platillo del triunfo. Uno que ensayó por décadas y que se le quemó varias veces en el horno sin siquiera estar listo.

Energía de las calles
En las eliminatorias a Brasil-2014, Perú llegó muerto a su último partido con Bolivia tras una campaña del terror. Era un día más en Lima. Pero este martes, las avenidas y plazas estaban teñidas de blanco y rojo, los colores de la bandera peruana. Perú era una fiesta.

Ejecutivos con el traje y la camiseta de la selección, gente en la calle yendo a sus trabajos vistiendo la blanquiroja, policías haciendo sonar el silbato con los ritmos de las barras, mientras dirigían en tránsito. Programas de televisión con personas danzando «Moscú», aquel ‘hit’ de 1979 de los alemanes «Dschinghis Khan».

En los Andes y la Amazonía, los militares y policías de distintos cuarteles alejados de Lima enviaban sus saludos. Hasta el presidente, Pedro Pablo Kuczynski, se entusiasmó y dijo que decretaba mediodía no laborable. Luego tuvieron que aclarar que los permisos recién iniciaban a las 16H00 horas.

Las entradas para el Perú-Colombia en el Estadio Nacional de Lima se agotaron 3 horas después de que se pusieran a la venta vía internet, con gente que hizo filas virtuales que superaban en hasta 10 veces el aforo de 40.000 que tiene el Estadio Nacional. La barra colombiana era un pequeño punto que se perdía en el mar rojo.

La humildad 
«Es el desafío más importante de mi vida», dijo Ricardo Garecacuando asumió el mando en marzo de 2015. Buscó lo mejor que Perú tenía en medio de un campeonato nacional de bajo nivel competitivo, clubes de fútbol con deudas económicas y con un terrible desempeño en torneos internacionales.

Tras un inicio con tropezones, donde recurrió a los mismos de siempre, el ‘Tigre’ prescindió de las ‘vacas sagradas’ y apostó por un equipo casi renovado, con jóvenes de las canteras y de equipos humildes. Esta parte del proceso fue dura, porque la prensa especializada demandaba resultados inmediatos y hasta pedía su cabeza.

Pero Gareca mantuvo la serenidad y ‘se casó’ con sus elegidos, muchos de ellos poco conocidos y jóvenes.

Tomó como base el equipo de la Sub-20 que no clasificó al Mundial de Turquía en 2013. En aquella ocasión un jovencito Edison ‘Orejas’ Flores, decía: «No pudimos clasificar pero vamos a dar qué hablar. Ahorita no, pero vamos a dar que hablar», aseguró quien hoy milita en el Aalborg BK de Dinamarca.

Gareca descubrió a Christian Cueva, quien pasaba por un mal momento en Alianza Lima y hoy es estrella en el Sao Paulo de Brasil. Y al ‘Orejas’, goleador de la selección después del destacado Paolo Guerrero.

También al portero Pedro Gallese, de notable actuación en el empate frente a Argentina a quien un comentarista argentino alguna vez lo calificó de arquero «medio pelo», pero que no dejó pasar una bola albiceleste en el empate en La Bombonera.

Decía el exmundialista Germán Leguía que el equipo de Gareca era como un auto antiguo compitiendo con vehículos deportivos. Pero que en esta ocasión se transformó en una especie de «Cupido Motorizado» que dio pelea. No tenía individualidades pero tenía corazón.

«Tú los ves y son sencillísimos. Cuando les preguntaban por los triunfos ellos decían: aún no hemos ganado nada porque si no clasificamos no sirve. Esa es la viva imagen de su mentor, Gareca», aseguró a la prensa.

Este es el inicio de un nuevo camino. Aún queda Nueva Zelanda. Como ocurrió tras el 2-1 frente a Ecuador en Quito, en medio de la celebración, Gareca miró a uno de sus jugadores, se llevó un dedo a la cabeza y le dijo: «Piensen». (Fuente: Andina).

 

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